sábado, 19 de noviembre de 2016

LEY DE EDUCACIÓN LOMCE 2013



Ley Wert
            Como viene siendo habitual siempre que se aprueba una Ley no consensuada entre todos, ha provocado la disconformidad y los argumentos a favor y en contra. La aprobación de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), popularmente llamada Ley Wert, pretende dar respuesta a la lucha contra los malos resultados académicos, que sitúan a España muy por debajo de la media europea, al igual que los altos niveles de abandono escolar. Otros de los objetivos planteados por la ley es, frente a los crecientes niveles de paro juvenil, integrar a los estudiantes en el mercado laboral cuanto antes, en un sistema de formación dual semejante al de Alemania.

            Se insiste en que la Ley es una apuesta por la calidad y la autonomía, pero existen dos puntos que han causado una particular controversia entre las partes implicadas en la educación, la religión y los idiomas.

            La primera porque la religión vuelve a ser considerada una asignatura que tiene el mismo valor en la nota final que otras asignaturas como matemáticas o lengua. Está bien recordar el pasado y descubrir que Leyes como la de Moyano de 1857 pretendían dar el protagonismo al Estado frente a la Iglesia que dominaba el sector educativo por aquel entonces.

            La segunda, los idiomas, porque algunas comunidades autónomas bilingües como Cataluña, han señalado que el hecho de que las lenguas autonómicas hayan pasado a ser materias de especialidad, y no sean evaluables en las pruebas estatales, este último punto tiene que ver con la cesión de la competencia de educación a las autonomías, que provoca la politización en la educación.

            Punto destacable es el de la llamada formación profesional dual, es decir, la combinación de los estudios teóricos con el conocimiento práctico obtenido a partir de prácticas remuneradas en empresas, lo que no dice la Ley es que la “selección” de los alumnos que tendrán derecho a estudiar se pone en manos de las empresas, las cuales eligen a los alumnos que realizarán las prácticas, es decir, los alumnos no tienen los mismos derechos a estudiar, dependen de la decisión de una empresa.

            Uno de los puntos polémicos de la Ley Wert es el que señala que partiendo de la premisa de que la calidad educativa debe medirse en función del OUTPUT y no del IMPUT, o como señaló el propio ministro Wert “la educación puede mejorarse sin necesidad de aumentar la inversión. Para ello la Ley pretende apostar por la DIVERSIFICACIÓN, es decir, la división del alumnado a edades más tempranas para orientarles hacia la vía educativa que mejor se adapte a sus necesidades y aspiraciones.

            Otro punto polémico es el de las REVÁLIDAS, tras la desaparición de la selectividad, no hará que desaparezcan las pruebas de nivel. Al final de la Primaria, la ESO y el Bachillerato evaluarán los conocimientos del alumno, que establecerá una “criba” que impedirá a los que las suspendan seguir estudiando. Esto tiene una doble lectura, que es no sólo calificar a los alumnos, también establecerá calificaciones a los centros educativos favoreciendo la competitividad entre ellos, o quizás un autoengaño de las calificaciones para conseguir mayor prestigio.

Está bien recordar como aportación las palabras de Claudio Moyano.

            “lleva mi Ley 30 años en vigor, durante este periodo ya saben los señores Senadores por cuantas vicisitudes ha pasado este país, ha habido dos monarquías, dos o tres repúblicas y la Ley sigue vigente, esta Ley ha durado y durará muchos años porque dicha Ley y esto puedo decirlo muy alto, fue una Ley Nacional, no de partido.”

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