Al analizar el desarrollo de los Estados de bienestar en
las distintas sociedades, es posible dar cuenta de diversos elementos
reflexivos sobre el “deber ser” de la vida social, los límites de ésta y cómo
normar los derechos y garantías de las y los ciudadanos. En este afán analítico
se revisan constantemente conceptos como participación ciudadana, democracia y
ciudadanía social, los que explican la extensión de los derechos individuales
de los ciudadanos y la creciente capacidad de manifestación de los individuos
sobre las decisiones del Estado– Nación y en las nuevas formas que éste está
asumiendo en la globalización.
En dicho contexto del Estado de Bienestar podemos entender el papel de la Educación Social, para ello podemos utilizar las referencias de autores como Olmos y Silva (2003) hacen en su artículo El desarrollo del estado de bienestar en los países capitalistas avanzados: un enfoque socio-histórico.
En dicho contexto del Estado de Bienestar podemos entender el papel de la Educación Social, para ello podemos utilizar las referencias de autores como Olmos y Silva (2003) hacen en su artículo El desarrollo del estado de bienestar en los países capitalistas avanzados: un enfoque socio-histórico.
Los autores señalan como enfoque conceptual para caracterizar los Estados de Bienestar es el propuesto por Titmus - citado en la obra Esping-Andersen-, quien diferencia entre Estados de Bienestar “residuales” e “institucionales”. “En los primeros el Estado solo asume la responsabilidad cuando ha fallado la familia y el mercado, procura hacerse cargo de los grupos sociales marginales o necesitados. El segundo modelo se dirige a toda la población, es universalista y abarca un compromiso institucionalizado de protección social” (Esping – Andersen, 1993: 40) señala el autor sueco. Pag.7
Otra aportación interesante es la que señalan
que el Estado de Bienestar se basa en el sistema político del gobierno, y en
una extensión de los Derechos (cronológico):
primero los derechos civiles, los políticos y los sociales (pag.7)
En este orden cronológico propuesto, una vez superada la Segunda Guerra Mundial, el Estado de Bienestar se convirtió en una realidad institucionalizada en la mayor parte de los países capitalistas occidentales. La forma de institucionalización que se adopta para el Estado de Bienestar en cada país, viene marcada por las relaciones entre las fuerzas sociales en acción, por las fuerzas políticas que lideran el proceso y por las normas institucionales puestas en marcha antes y durante la guerra. (pag.11)
Gøsta Esping-Andersen propone distinguir tres regímenes del Estado de Bienestar a partir de las diferencias internacionales que encuentra en la calidad y condiciones de los derechos sociales, en la estratificación social del bienestar y en la relación existente entre el Estado, el mercado y la familia (Esping Andersen, 1993: 50).
1.
Estado de Bienestar liberal
2.
Estado de Bienestar conservador/corporativista
3.
Estado de Bienestar socialdemócrata
En los análisis de los Estados de Bienestar
modernos que presenta Esping-Andersen, se puede apreciar el efecto
redistributivo de carácter igualador, que los Estados de Bienestar generan en
la estratificación social y el mercado de trabajo, su viabilidad financiera,
legitimidad social transversal y permanencia en el tiempo se verían amenazadas.
El crecimiento económico sostenido y el pleno empleo que se había logrado en la mayor parte de los países occidentales desde los años cincuenta, a partir de los años setenta empiezan a disminuir de forma repentina. Con esto comienza un proceso de desbaratamiento del modelo de desarrollo del Estado de Bienestar Keynesiano. Paralelamente, aumentan los requerimientos de prestaciones hacia el Estado y disminuyen los cotizantes al sistema de seguridad social. La crisis se verá agudizada por la subida del precio del petróleo que produce una contracción económica en gran parte de los países de Europa.
Un análisis preciso del proceso histórico seguido en el advenimiento del Estado de Bienestar, nos demuestra que la cultura del bienestar europeo va unida al crecimiento de la burguesía en todas sus variadas formas. Y en cierta manera es lógico que así sea, ya que la cultura del bienestar no es otra cosa que DESEAR y ver SATISFECHAS un conjunto de NECESIDADES que van más allá de la biológica exigencia de alimentarse, vestirse y cobijarse.
La cultura del bienestar implica que la sociedad tenga plenamente satisfechas estas tres necesidades elementales y que, una vez logrado ese primer objetivo pueda asumirse el reto de ver cumplidas otras necesidades no menos importantes.
La historia nos demuestra que casi siempre que un estado asume un fuerte protagonismo en el diseño y responsabilidad de la vida de los ciudadanos, corre el riesgo de que cuando los umbrales de insatisfacción de la población son de suficiente entidad, se le responsabilice de no responder a las demandas planteadas.
La cultura del bienestar ha posibilitado entre otras cosas que la mayoría de ciudadanos hayan entendido cuáles son sus derechos y libertades por el hecho de vivir en un Estado Social y de Derecho. Fruto de este continuo proceso de “conciencia social” la cultura del bienestar es un importante logro de las sociedades modernas al que los ciudadanos no están dispuestos ya a renunciar. La protección social y los nuevos ámbitos de la educación social se enfrentan a nuevos problemas que dificultan su pleno ejercicio: desempleo, envejecimiento de la población, exclusión social, son algunos de los principales obstáculos a los que se enfrenta el modelo de bienestar social. Si a ello añadimos el necesario control del gasto público tendremos el marco de los principales males que aquejan nuestra actual sociedad de bienestar.
Nos encontramos en pleno reajuste de algunas de las funciones del estado y también de otras instituciones como la familia o la empresa.
Como reflexión final podemos decir que la dificultad que implica establecer relaciones entre estado de bienestar y la educación social son evidentes pero podríamos señalar lo siguiente:
- El que la sociedad haya adquirido plena conciencia de los derechos que supone vivir en un Estado Social y de Derecho.
- La generalización del bienestar como derecho de todos los ciudadanos.
- La responsabilidad del Estado frente a las necesidades básicas mediante la previsión pública de servicios sociales.
- El que la sociedad haya alcanzado un determinado desarrollo económico, lo cual posibilita que el Estado asuma compromisos sociales y educativos que van más allá de las necesidades biológicas y escolares.
- La progresiva intervención del Estado en la política económica y cultural, ya que ello favoreció el desarrollo de la educación social.
- Mayor intervención del Estado en el diseño y responsabilidad de las políticas sociales.
Como consecuencia de estas y otras
circunstancias, podemos decir que la actual educación social se desenvuelve en
un contexto que podríamos considerar como “residual” del Estado del Bienestar,
por tanto la educación social adquiere un cierto carácter reparador.
Interviniendo cuando las necesidades se han producido y no, como sería de
desear, antes de que aquéllas aparezcan y como una prestación a la totalidad de
la población.