viernes, 30 de diciembre de 2016

Giner de los Ríos. El espíritu de la ILE.



La Institución Libre de Enseñanza


En 1843 el profesor don Julián Sanz del Río (1814-1869) introduce, en España, la filosofía de Federico Cristian Krause. Francisco Giner de los Ríos, discípulo de Sanz del Río, Fernando de Castro, Nicolás Salmerón, Gumersindo de Azcárate y otros profesores, siguen la escuela krausiana.


Castelar escribe unos artículos contra la iniciativa de Isabel II de enajenar los bienes del Real Patrimonio para dar una tercera parte al Erario, y el Gobierno le priva... de su cátedra.


El grupo de profesores krausistas protesta por esta determinación y Sanz del Río y Fernando de Castro son destituidos; a Giner se le suspende en el ejercicio de la cátedra, mientras se sustancia el expediente que se le abre (1867).


La revolución de 1868 repone, en sus cátedras, a los profesores destituidos y suspensos; Castro ocupa el Rectorado de la Universidad, y él mismo y el grupo krausista realizan una gran labor en pro de la cultura. Pero, una vez restaurada la monarquía de Alfonso XII, el ministro de Fomento, Manuel de Orovio, exige una serie de medidas de control de la enseñanza superior, contra las cuales protestan, de nuevo, los catedráticos de talante liberal. Esta vez el Gobierno es más duro; se abren expedientes, se encarcela a algunos profesores -entre ellos Giner- y se confina a otros (1875). Al fin, se les priva de sus cátedras. 

En vista de lo sucedido, Giner, Azcárate, Salmerón, Montero Ríos, Figuerola, etcétera, fundan, en 1876, una Institución Libre de Enseñanza, que se dedica a la superior y a la secundaria, en un principio, y cuyo credo es:

 la neutralidad religiosa y política y la independencia total del Estado y de toda comunión religiosa o escuela filosófica.


La falta de medios y la negativa del Estado a reconocer oficialmente los estudios realizados en el nuevo centro obligan a Giner a prescindir de la enseñanza superior (1882), limitándose a una escuela de niños, cuyos métodos corresponden a la que se ha llamado escuela activa, y dando primacía a la educación sobre la enseñanza. La finalidad de la Institución es formar hombres y la ética tiene primordial importancia. A partir de 1885 se inaugura la coeducación, con la escuela de párvulos.


Independientemente de la Institución, Giner y su discípulo Manuel Bartolomé Cossío inspiran la creación de centros estatales, que han contribuido, fundamentalmente, a renovar la cultura española. Así: el Museo Pedagógico de Instrucción Primaria, el Instituto de Reformas Sociales, el Instituto Central Meteorológico, la Estación Marítima de Zoología y Botánica Experimentales, de Santander, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, que a su vez creó la Residencia de Estudiantes para varones y otra para señoritas, el Instituto-Escuela de segunda enseñanza, el Instituto de Investigaciones Biológicas Santiago Ramón y Cajal y el de Física y Química. La Junta daba, además, becas para realizar estudios en el extranjero. Por iniciativa de Cossío, el Gobierno de la República estableció las Misiones Pedagógicas, que recorrían los pueblos de España, y el ministro institucionista Fernando de los Ríos fundó la Universidad Internacional, de Santander. 

La labor pedagógica de los institucionistas se extendió a numerosos centros entre los que importa destacar el Patronato para el niño delincuente, cuando no existía, aún, el Tribunal de Protección de menores. La obra de Giner y de sus seguidores ha sido profunda y enorme, pero tuvo siempre en contra a los elementos más reaccionarios del país. La guerra civil de 1936-1939 obligó a cerrar el centro y el Estado se incautó de todos sus bienes, que han sido devueltos en 1978, después de restablecido en España un orden constitucional.


Desde 1876 hasta la guerra civil de 1936, la ILE se convirtió en el centro de gravedad de toda una época de la cultura española y en cauce para la introducción en España de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas que se estaban desarrollando fuera de las fronteras españolas.



El BILE

Testimonio de este vigor innovador es el elenco de colaboradores del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza (BILE)


El Boletín comenzó a publicarse cuatro meses después de la fundación de la Institución Libre de Enseñanza, el 7 de marzo de 1877. En la cabecera del primer número se reproducía el artículo 15 de la ILE, que declara su independencia política, religiosa y filosófica y proclama el principio de libertad de indagación científica y su exposición.


El BILE, además de informar sobre la marcha del centro, respondía a la constatada "necesidad de una publicación económica donde se dé a conocer el movimiento intelectual contemporáneo". Con este enfoque, pronto se convirtió en una publicación singular en el mundo editorial español por su carácter cosmopolita y multidisciplinar y por la gran calidad de sus colaboradores. 


Pedagogos, investigadores, filósofos y literatos (entre ellos, Bertrand Russell, Henri Bergson, Charles Darwin, John Dewey, Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, María Montessori, León Tolstoi, H. G. Wells, Rabindranaz Tagore, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Azorín, Eugenio D'Ors, Ramón Pérez de Ayala, Julián Sanz del Río, Antonio Machado, Álvarez o Antonio y Manuel Machado Ruiz) colaboraron en la revista, ocupándose de temas clave relativos a la sociedad, la educación, la política, la economía, las ciencias y las artes de su tiempo. La apertura intelectual de sus directores y articulistas transformó lo que podía haber sido un boletín corporativo en una revista de vanguardia, que introdujo en España las nuevas ideas científicas y pedagógicas que se estaban ensayando en Europa a la vez que difundía las experiencias españolas y, en especial, el ideario institucionista.


A partir de 1889, su contenido quedó estructurado en tres secciones permanentes: Pedagogía, dedicada a temas de enseñanza; Enciclopedia, que recogía lo relacionado con la ciencia, el arte, la filosofía, la historia, la arqueología y otras disciplinas, e Institución, que trataba los temas referentes a la vida de la propia ILE. 


La guerra civil de 1936 interrumpió la publicación del BILE, que en diciembre de ese año publicó el último número, en el que anunciaba su suspensión "mientras dure la situación [...] por la que atraviesa nuestro país".



El Boletín del exilio: 1961-1970

Durante los años del exilio se publicó en México un boletín editado por la Corporación de Antiguos Alumnos de la Institución Libre de Enseñanza, del Instituto-Escuela y de la Residencia de Estudiantes y dirigido por Bernardo Giner de los Ríos. El primer número se editó en 1961 y el último, que notificaba la muerte de su director y la de Gloria Giner de los Ríos, en 1970.



La "segunda época" del BILE

Después de medio siglo de silencio obligado, en 1977, durante el período de transición a la democracia, se legalizó la Fundación Francisco Giner de los Ríos, aunque la recuperación y restauración definitiva de los bienes que le habían sido incautados no comenzó a ser efectiva hasta 1978. La Fundación reanudó sus actividades, y la publicación del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza se convirtió en uno de sus principales objetivos. En 1987, bajo la dirección de Antonio Jiménez-Landi, la revista inició lo que su director denominó la "segunda época", recobrando la memoria histórica de la publicación con la misma perspectiva multidisciplinaria. A partir de 1990 asumió la dirección de la publicación Juan Marichal. 


El BILE actual ha regularizado su aparición y amplía constantemente su tirada. El contenido de la publicación está marcado por su carácter de revista de ideas y de cultura, con especial atención a los problemas actuales de la educación y con referencia a las tradiciones representadas por la Institución Libre de Enseñanza y su entorno mediante de la publicación de textos y documentos históricos.




El influjo del institucionismo.

Bajo la influencia de Giner y la Institución se emprendieron desde organismos públicos importantes reformas en los terrenos jurídico, educativo y social, y se crearon organismos como el Museo Pedagógico, y la Junta para Ampliación de Estudios, de la que dependían el Centro de Estudios Históricos, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales o la Residencia de Estudiantes.


En torno a la Junta y al Museo cristalizaron desde 1907 hasta 1936 intentos de reforma científica y educativa que dieron lugar a iniciativas pioneras: El Instituto Escuela, las pensiones para ampliar estudios en el extranjero, las colonias escolares de vacaciones, la Universidad Internacional de verano o las misiones pedagógicas, actuantes durante la Segunda República.

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